Las soluciones de la Obesidad Infantil existen: la clave está en modificar los hábitos de actividad física y alimentación de los pequeños, tanto en el entorno familiar como en el ámbito escolar.
La ALIMENTACIÓN es una de las bases principales de nuestra salud y es fundamental saber alimentarse adecuadamente en cada etapa de la vida.
Actualmente en la población infantil hemos alcanzando la preocupante tasa del 18,3% de obesidad ( dato obtenido del Estudio Aladino del 2015 ) comenzando el problema a edades cada vez más tempranas.
Se considera obeso cuando su peso sobrepasa al 20% de su peso ideal.
Entre los niños que comienzan con una obesidad entre los 6 meses y los siete años de
vida, el porcentaje que seguirá siendo obeso en la edad adulta es del 40%, mientras que para los que comenzaron entre los 10 y los 13 años las probabilidades son del 70%, porque las células que almacenan grasa (adipocitos) se multiplican en esta etapa de la vida, por lo cual aumenta la posibilidad del niño de ser obeso cuando llegue a adulto.
Entre los factores que intervienen en una obesidad infantil se encuentran:
- · La conducta alimentaria
- · Reducido consumo de energía (poca actividad física)
- · Factores hederitarios
- · Factores hormonales
- · Factores psicosociales y ambientales
Los cambios alimentarios y las nuevas formas de vida son los principales desencadenantes
en el aumento de la obesidad. Es decir, los criterios alimentarios y la vida actual en nuestra sociedad, son algunos de los factores que contribuyen a que los niños presenten sobrepeso.
Normalmente los niños consumen más cantidad de alimentos de la que precisan, y su alimentación es muy rica en grasas y azúcares, presentes en alimentos precocinados, y en
los dulces y bollos. Son niños que no consumen verduras, legumbres, frutas, ni pescado.
Y eso día tras día, acaba por convertirse en un hábito y en la mala costumbre de consumir toda una serie de platos que resultan atractivos por su aspecto, pero que no llevan los nutrientes ni las vitaminas necesarias para que los niños crezcan fuertes y sanos.
A eso también se suma que muchos niños tienen por costumbre no desayunar, y es una de las comidas más importantes del día, que está directamente implicada en la regulación del peso; además de ayudar al niño a mejorar su rendimiento intelectual, y concentración en clase.
Además de los errores mencionados, muchos padres “pecan”
por:
– obligar a que el niño coma más de lo que puede.
– premiar un buen comportamiento con golosinas y otros alimentos calóricos.
– castigar al niño sin comida si presenta alguna conducta desfavorable.
– festejar cualquier acontecimiento importante de la vida del niño ofreciéndole una
“comida basura”.
– permitir el consumo diario de chuches, bollos, bebidas gaseosas y azucaradas.
– ofrecer, con frecuencia, platos precocinados por la falta de tiempo.
La obesidad puede suponerle al niño problemas físicos (diabetes tipo II, hipertensión, triglicéridos y colesterol, trastornos hepáticos,…) y psicológicos (baja autoestima, estigma
social,…). Pero quizá lo peor es que está fraguando una obesidad adulta, con estos mismos
problemas, pero agravados.